1. El prólogo con su justificación (por si quieres saber cómo llegamos a Innsbruck; si no, pasa al punto 2, la etapa).
Buscando información en Internet antes del viaje vimos que algunos aficionados empezaban la ruta en Innsbruck para enlazar al día siguiente con el recorrido más habitual que sale desde Garmisch-Partenkirchen, una ciudad del sur de Alta Baviera. Si vas hasta Munich en avión es fácil tomar un tren y en poco tiempo alcanzar Garmisch; por esa comodidad la ruta comienza allí.
Buscando información en Internet antes del viaje vimos que algunos aficionados empezaban la ruta en Innsbruck para enlazar al día siguiente con el recorrido más habitual que sale desde Garmisch-Partenkirchen, una ciudad del sur de Alta Baviera. Si vas hasta Munich en avión es fácil tomar un tren y en poco tiempo alcanzar Garmisch; por esa comodidad la ruta comienza allí.
Nosotros nos trasladamos en auto recorriendo las autopistas del mediterráneo, por Francia y luego Italia, hasta llegar al lago de Garda, final de la travesía.
Habíamos visto que los ciclistas que empezaban en Innsbruck llegaban en el auto hasta el lago de Garda y lo aparcaban allí para recogerlo al final de la ruta; lo dejaban en un pueblecito llamado Peschiera del Garda, una localidad turística en la que era sencillo aparcar (a 25 km de Verona, ciudad en donde tomar un tren hacia Innsbruck).
Eso debía ser antes, porque ahora ese pueblecito se ha convertido en agobiante lugar de vacaciones en el que no hay ni un sitio libre en donde poder dejar el auto. Ni siquiera unas horas. Todo el pueblo y sus alrededores son zona de aparcamiento regulado. Imposible dejar el auto allí una semana o más. Nos fuimos a Verona y buscamos una posada en las afueras que nos permitiera aparcar esa semana. Nos alojamos en Acero Rosso, bed & breakfast, en San Giovanni Lupatoto, a 8 km de Verona, para empezar al día siguiente la ruta. La dueña del establecimiento no escatimó las atenciones con nosotros, muy interesada por nuestro viaje, y no hubo inconveniente alguno en dejar el auto delante de la casa.
Esa misma mañana nos fuimos en la bici a Verona, a dar un paseo y gestionar el tren del día siguiente. Nos espantó la multitud de turistas asfixiados que deambulaban por la ciudad recalentada en busca de la supuesta casa de Julieta y del famoso balcón para hacerse la foto junto a la estatua de bronce de la infausta que han plantado en el patio. Hay cola y empellones para conseguir la imagen.
Al día siguiente fuimos en las bicis a Verona y tomamos un tren que nos llevó en menos de 3 horas hasta Brennero, en la frontera con Austria. Ningún problema para llevar la bici. Desde Brennero bajamos, montados en las bicis casi sin dar una pedalada, 24 km hasta un pueblecito austriaco llamado Steinach am Brenner. Ahí tomamos otro tren hasta Innsbruck; en 20 minutos estábamos en la ciudad.
Paseo por la ciudad del gran río y alojamiento en el albergue Garni-Technikerhaus, frente al río, un lugar espartano para salir del paso.
2. La etapa.
Al día siguiente fuimos en las bicis a Verona y tomamos un tren que nos llevó en menos de 3 horas hasta Brennero, en la frontera con Austria. Ningún problema para llevar la bici. Desde Brennero bajamos, montados en las bicis casi sin dar una pedalada, 24 km hasta un pueblecito austriaco llamado Steinach am Brenner. Ahí tomamos otro tren hasta Innsbruck; en 20 minutos estábamos en la ciudad.
Paseo por la ciudad del gran río y alojamiento en el albergue Garni-Technikerhaus, frente al río, un lugar espartano para salir del paso.
2. La etapa.
Salimos de Innsbruck por los amplios carriles bici y pistas ciclables que remontan el río Inn durante 20 km. Subida pistera por un bosque de piceas con algunas buenas rampas muy empinadas hasta un pueblo turístico, Seefeld, repleto de veraneantes. Casas al modo tirolés, con un cuido extraordinario en los repintados detalles de las fachadas y los ornamentos florales.
El camino discurre por un carril bici, que en invierno es pista de esquí de fondo, hacia el río Leutascher Ache y subimos durante 25 km su encajonado y espectacular valle por pistas amplias en las que nos cruzamos con muchos ciclistas en bicis eléctricas de alquiler; es lo que predomina en este verano. La subida se hace amena porque el bosque, el agua limpia y los murallones calcáreos son imponentes.
El camino discurre por un carril bici, que en invierno es pista de esquí de fondo, hacia el río Leutascher Ache y subimos durante 25 km su encajonado y espectacular valle por pistas amplias en las que nos cruzamos con muchos ciclistas en bicis eléctricas de alquiler; es lo que predomina en este verano. La subida se hace amena porque el bosque, el agua limpia y los murallones calcáreos son imponentes.
Llegamos al punto más alto de hoy en las laderas de una estación de esquí, Ehrwald Zugspitze, con teleféricos que suben a los paseantes hasta lo alto para recorrer los muchos senderos que en esta zona proliferan a los pies del pico más alto de Alemania, el Zugspitze, 2.962 m.
Desde aquí bajada muy rápida por carretera hasta el pueblo de Ehrwald, a donde volveremos en la etapa de mañana, y luego seguimos llaneando y hacia abajo, más de 20 km, hasta Garmisch, por pistas, vías verdes y tramos de asfalto.
Aunque la etapa es larga y tiene algunos kilómetros de carretera, nos pareció que debía figurar en el recorrido más normalizado porque los parajes tiroleses que bordean por el sur el Zugspitze están al nivel de algunos muy apreciados dolomíticos.
En Garmisch nos dieron aposento en el Hostel 2962, un parco alojamiento.
Aunque la etapa es larga y tiene algunos kilómetros de carretera, nos pareció que debía figurar en el recorrido más normalizado porque los parajes tiroleses que bordean por el sur el Zugspitze están al nivel de algunos muy apreciados dolomíticos.
En Garmisch nos dieron aposento en el Hostel 2962, un parco alojamiento.
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79.17 Km
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1318.74 m
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1168.34 m
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33.12 Km
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7:50:06
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113 BYC
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| Seefeld |
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