paseantecamándula: ETAPA 7. CUÉRIGO-PUEBLA DE LILLO.

Tras el día de reparaciones y aclimatación a las nieblas y lluvia fina de estos valles, salimos de Cuérigo por carretera subiendo hacia Casomera y después seguimos el ascenso por la ribera del río Aller, de aguas limpias, que corta en un desfiladero ejemplar las duras calizas cántabras. Las Foces del Aller llaman a esta garganta. Seguimos la carretera hasta el pueblo de Río Aller y allí comienzan las cuestas imponentes que nos subirán por pista hasta el puerto de Vegarada.
En uno de los repechos nos encontramos con un ciclista subiendo con mucha dificultad; estaba ayer en el albergue, dispuesto a recorrer la Vía de la Plata. Había salido de Gijón y no se encontraba muy centrado. Un equipaje excesivo y una bici pesada como un fardo, daban una impresión de incertidumbre. No sabemos si llegó a Cádiz como quería.
En la subida hay descansos con buenas pozas de agua cristalina que conviene probar. Luz se da un baño reparador.

Después del puerto salimos a una carretera que nos lleva en cómodo descenso a pueblos como Redipuertas y Cerulleda, en la provincia de León. En la terraza del bar de Redipuertas paramos a tomar un café y los gatos del local se acercan maullando perezosos por si cae algo. Tienen vicio, no hambre, nos dice el dueño. Algo les cae, por si acaso.
Queda el último puerto del día, el Pando de Valporquero, con algunas rampas importantes que a estas alturas del viaje ya ni nos impresionan. Nos cruzamos en las últimas cuestas con un grupo de niños, con sus monitores, que bajan y van cantando hacia su campamento. Una estampa más bien del siglo pasado. Les servimos de entretenimiento y nos jalean como si fuera una carrera ciclista. Superado el puerto sólo nos queda una gran bajada, por pista pedregosa al principio y luego muy amplia, hasta el valle de Eyarga, en donde se sitúa Puebla de Lillo.

Nos alojamos y comemos en el Hostal Ruta del Porma, frente a un torreón medieval muy restaurado. Gente amable en lugar discreto.