Una semana en los Alpes. La Transalpina.

Tras el éxito obtenido en la Transcantábrica decidimos aplicarnos una dosis europea más consistente aún; recorrimos  en el auto de Oeste a Este la península y cruzamos los Pirineos para hacer una travesía muy conocida entre ciclistas y globeros. La travesía, llamada Transalpina, recorre  los Alpes de Norte a Sur y ya se puede imaginar la cantidad de variantes que existen. Hay quien la alarga de Este a Oeste, quien fatiga valles perpendiculares, los que se centran en una zona y dan vueltas o los que siguen un trazado clásico. Nosotros optamos por el recorrido más utilizado por los ciclistas hispanos. Sigue las siete etapas de un libro (Transalpina en btt, de Enrique Antequera, editorial Desnivel, 2014)
A diferencia del libro en el que se basó nuestra travesía Cantábrica, este nos pareció equilibrado, adaptado a la realidad, razonable en sus recorridos y con descripciones adecuadas.
Como es lógico, sobre las siete etapas propuestas en el libro, que sale desde Garmisch, en el sur de Alemania, hasta llegar a Riva del Garda, en el norte de Italia, nosotros hicimos los cambios que nos sugerían los imponderables cotidianos, las averías, la meteorología o las inclinaciones epicúreas del respetable. 
Así le añadimos una etapa más, un prólogo sensato por razones de logística. El libro inicia la travesía en Garmisch-Partenkirchen por la buena combinación de trenes entre esa ciudad y Munich, a donde es fácil llegar en avión. Nosotros fuimos en el auto y pensamos que era más sencillo llegar, bordeando el mediterráneo  por las autopistas, hasta Verona, en donde podríamos tomar algún tren hasta Innsbruck, en el Tirol austriaco, para empezar el recorrido allí, añadiendo así la etapa Innsbruck-Garmisch Partenkirchen. Después de todo el recorrido creemos que esa primera etapa es de las mejores, así que recomendamos al lector futuro que la tenga en cuenta.
Al igual que hicimos en otras travesías íbamos ligeros de equipaje, una mochila y el transportín  (ahora se llama portabultos) anclado a la tija del sillín. Las mismas bicis dobles, confortables y fiables; esa ligereza nos obliga a depender de alojamientos y  restauración. No nos sentimos agobiados por esa dependencia; algunos días es un aliciente más de la etapa.
La travesía es muy recomendable porque atraviesa parajes espléndidos por bosques o lagos poco destruidos por el turismo masivo, unos panoramas grandiosos y aéreas perspectivas de valles profundos. Cada etapa es muy distinta de las precedentes y se siguen con facilidad los caminos. Hay algunos senderos, pocos, en los que es necesario desmontar, pero después del tute cantábrico por trialeras imposibles nos pareció una ruta exigente, aunque razonable.
El buen tiempo, soleado con algunas nubes y temperaturas agradables, nos acompañó en casi todo el recorrido, pero hubo dos etapas en las que terminamos empapados bajo  heladoras tempestades alpinas.
Para los propensos a las cifras y la afición en general: sumando las 8 etapas hicimos 557 km con un desnivel acumulado de 13.147 m y un IBP promedio de 124. (Para la gente que no es del mundillo ciclista: el IBP es un índice que califica una ruta teniendo en cuenta una serie de parámetros que tratan de objetivar y matizar la  dificultad de una ruta; en la página de Cicloide está explicado).




































No hay comentarios:

Publicar un comentario