4 oct 2015

Québec Canadiense 2.

Como ya había amenazado, aquí va la segunda parte de la entrada canadiense que es la más interesante porque la primera fue de prueba para ver si se podía hacer el blog desde Canadá. Se podía, pero con todo el trajín que llevamos no hubo ocasión para subir entradas.
El caso es que nos fuimos Luz, de donde el Sol la toma, y el que suscribe a recorrer una parte de la provincia de Québec con las bicis de montaña adaptadas para rodar por pistas asfaltadas o de tierra compactada; la adaptación fue cambiar las cubiertas que llevamos normalmente por otras más finas y de menos agarre, más rodadoras se dice en la jerga de ciclistas. Llevábamos alforjas con la impedimenta para acampar o vivaquear a conveniencia, es decir que no íbamos tan ligeros. Más bien algo pesados, pero es lo que tiene la autonomía del punto. Los ciclistas que nos encontramos, pocos,  llevaban todos bicis de carretera o híbridas, bicis de ciclo cross o de gran fondo, para hacer esas pistas o carreteras más rápidos. Nadie lleva bici de montaña con alforjas. En eso éramos los únicos y se admiraban muchos de semejante curiosidad.
Dadas las dimensiones de la provincia decidimos hacer recorridos ciclistas por cuatro regiones y entre una y otra nos desplazamos en autobús. Cada compañía de autobús tiene sus normas y sus precios para dejarte llevar la bici; alguna te vende una bolsa de plástico y sin desmontar se lleva como cualquier otro objeto. La mayoría te obliga a  desmontar manillar o incluso los pedales y plegarla en una caja de cartón que ellos mismos te venden. El tránsito más caro y complicado fue para ir de Ottawa a Montreal. Nos obligaron a desmontar manillar y pedales y cobraron por la caja y el transporte de la bici 40 $. Además tuvimos la mala suerte de dar con un conductor avinagrado que nos bajó las cajas en el aeropuerto de Montreal y sólo tras una gran discusión, con agentes de la autoridad que le hicieron entrar en razón, conseguimos que las volviera a subir al autobús hasta llegar al centro de la ciudad. Fue el único incidente del viaje en el que la cerrazón de un canadiense estuvo a punto de prepararla cúbica.
Como las etapas que hacíamos no las llevábamos en el gps sino que nos movíamos con los mapas que   habíamos descargado de una página de internet muy útil: www.routeverte.com o la información de otra: pistescyclables.ca, o con los que nos iban suministrando en las oficinas de turismo, había días en los que deambulábamos por pueblos desparramados al estilo canadiense y con escasa señalización. O sea que nos perdimos alguna que otra vez. Un día le preguntamos a un hombre que segaba el césped de su jardín y tras decir: un momento que voy, dejó la tarea cogió una bici y nos hizo seguirle por el laberinto de casas hasta llegar al punto de la vía por el que le preguntamos.
Gentes muy amables los canadienses; en cuanto se enteraban de que veníamos de España más solícitos e interesados; preguntaban mucho y alguno hasta conocía Alicante y hacía sus pinitos con el idioma.
Además tuvimos otra gran suerte: en Montreal vive una pareja encantadora de aragoneses amigos de Luz, Laura y Edu, que nos acogieron como hermanos y vimos y oímos lo que en otras ciudades se nos escapó. Gran abrazo para ellos enviamos desde estas páginas.
Como en todo gran viaje con bicis hubo las averías clásicas que se resolvieron en las muchas tiendas de reparación. Son muy rápidos, atentos y a precios muy razonables, más baratos que en este país nuestro. Llegas con una avería, en un momento se ponen a la tarea y acto seguido está solucionado. El primer estropicio fue producido por el avión: la rueda delantera llegó con varios radios rotos que cambiaron de inmediato en una tienda en Montreal; pensamos que había sido casualidad, pero luego vimos que es la norma.
Casi siempre utilizamos los campings para acabar las etapas, campings en los que la parcela que te adjudican es enorme en comparación con lo que se ve por estas latitudes. En ellos la tienda minúscula que llevamos parecía perdida y también suscitaba la curiosidad de los veraneantes; algún niño preguntó una vez si en tal espacio ínfimo cabían dos personas mayores.
Habituados a los inmensos espacios, todo lo hacen grande: los autos que arrastran caravanas de tamaño doble, las cervezas que rondan el medio litro, las autocaravanas descomunales como un  autobús, los platos combinados de múltiples ingredientes, los campos de maíz o patatas sin fin, los miles de casas que privatizan las orillas de los lagos incontables, la red de bibliotecas que se extiende hasta cada pueblecito, los moteles espaciosos con camas Queen size a pie de carretera con sus correspondientes bandas de moteros en las enormes Harley con sus enormes abdómenes. A lo grande todo.
El detalle de los 1800 km que recorrimos en las veinte etapas de pedaleo está en la página de wikiloc con el nombre garabateo 2.0, por si alguien tiene interés en diluirse en esos espacios algún día.
De interés práctico para los viajeros, ciclistas o no, son las páginas de internet citadas: routeverte.com y pistescyclables.ca además de los mapas que proporcionan en los centros de información de todas las ciudades y pueblos. También hay una red de alojamientos, que facilitan herramientas para pequeñas reparaciones al ciclista, en la página bienvenuecyclistes.com y te puede servir de referencia.
Hay que llevar algún repelente de mosquitos porque en cuanto dejas de pedalear te asaltan sin tregua. Llevamos el que usamos por aquí y una crema hidratante, Natural Honey de Revlon que tiene Citronella, gran repelente muy conveniente.
Otra curiosidad para ciclistas es que en los pueblos no suele haber una fuente para llenar el bidón; en una oficina de información nos invitaron a botellas de agua mineral además del mapa por el que preguntamos; el tamaño de las botellas es lo único pequeño del país: no hay botellas de litro y medio.
Más referencias para viajeros futuros: en los campings es normal que te cobren por la ducha de agua caliente, cuatro monedas de 0,25 $ es lo más habitual por cinco minutos de agua y sorprende por el contraste con las generosas aguas tan abundantes por todas partes.
En los restaurantes es casi obligado dejar una propina y consideran que el 15% es lo adecuado, de manera que ponen carigesto si dejas el 10% que es por aquí lo habitual. Fea obligación nos parecía porque multiplica los precios y convierte en otro impuesto más (siempre hay que añadir dos tasas al precio inicial) lo que debería ser una gracia del cliente satisfecho.
Y ahí van unas cuantas fotos del viaje, sólo para dar una ligera idea de lo que se puede ver por ese inmenso país. Habrá que volver.








































































































































Ahí va un enlace de una de las últimas etapas. A ver si es más fácil que el otro sistema que usaba para enlazar las rutas en wikiloc.
<iframe frameBorder="0" src="http://es.wikiloc.com/wikiloc/spatialArtifacts.do?event=view&id=10826839&measures=off&title=off&near=off&images=off&maptype=S" width="500" height="400"></iframe>