La cordillera de los Cárpatos (Carpatos, pronuncian los polacos) llega por el Noroeste hasta Polonia y Eslovaquia y como es tan extensa, más de 1600 km, tiene varias unidades con entidad propia; una de ellas es la cordillera de los Tatras, que entre esos dos países alcanza las zonas más abruptas con unos desniveles importantes, aunque las alturas no llegan nunca a los 3000 m.
Los parajes que hemos visto en los cinco días de travesía han sido muy sugerentes y de lo más alpino; dicen los polacos que los Tatras son como unos Alpes en miniatura, o algo similar a las zonas más salvajes de los Pirineos, y eso nos ha parecido al numeroso y heterogéneo grupo que hemos hecho la travesía. Cada jornada ha sido distinta de las otras y ha habido alguna rara: un día por la mañana fuimos a Zakopane a visitar la ciudad, museo y cementerio; por la tarde subimos hasta un pico, Kasprowi Wierch, en lo alto de una estación de esquí y bajamos a dormir a un refugio. Todo junto, a la polaca, porque por esta península ibérica no solemos hacer jornadas tan híbridas.
El último día de la travesía salimos de madrugada de un refugio, Morskie Oko, cabe el lago del mismo nombre, impresionante lugar por los picos que le rodean, bajamos con los esquís 9 km por una carretera que era puro hielo hasta donde nos esperaba un autobús que nos dejó 56 km más tarde en el hotel, donde dejamos equipaje; cruzamos un lago y subimos a desayunar una montaña de huevos revueltos a un refugio desde el que iniciamos la última ascensión de la travesía, el pico Rysy, 2500 m, el más alto de Polonia. Durante el recorrido fuimos parados/atracados por un supuesto guarda del parque que nos puso una multa de 5 € por persona por no estar permitido, según él, el acceso al Rysy con esquís.
Llegamos a la cumbre y empezamos una larga bajada hasta el hotel en donde saunas y demás ingenios acuáticos nos dejaron listos para salir al día siguiente de buena mañana en el autobús hasta Cracovia, ciudad impar digna de recorrer. Todo en menos de 24 horas y sin percances importantes.
(Los enlaces a las etapas con detalles al final de la entrada)
Los parajes que hemos visto en los cinco días de travesía han sido muy sugerentes y de lo más alpino; dicen los polacos que los Tatras son como unos Alpes en miniatura, o algo similar a las zonas más salvajes de los Pirineos, y eso nos ha parecido al numeroso y heterogéneo grupo que hemos hecho la travesía. Cada jornada ha sido distinta de las otras y ha habido alguna rara: un día por la mañana fuimos a Zakopane a visitar la ciudad, museo y cementerio; por la tarde subimos hasta un pico, Kasprowi Wierch, en lo alto de una estación de esquí y bajamos a dormir a un refugio. Todo junto, a la polaca, porque por esta península ibérica no solemos hacer jornadas tan híbridas.
El último día de la travesía salimos de madrugada de un refugio, Morskie Oko, cabe el lago del mismo nombre, impresionante lugar por los picos que le rodean, bajamos con los esquís 9 km por una carretera que era puro hielo hasta donde nos esperaba un autobús que nos dejó 56 km más tarde en el hotel, donde dejamos equipaje; cruzamos un lago y subimos a desayunar una montaña de huevos revueltos a un refugio desde el que iniciamos la última ascensión de la travesía, el pico Rysy, 2500 m, el más alto de Polonia. Durante el recorrido fuimos parados/atracados por un supuesto guarda del parque que nos puso una multa de 5 € por persona por no estar permitido, según él, el acceso al Rysy con esquís.
Llegamos a la cumbre y empezamos una larga bajada hasta el hotel en donde saunas y demás ingenios acuáticos nos dejaron listos para salir al día siguiente de buena mañana en el autobús hasta Cracovia, ciudad impar digna de recorrer. Todo en menos de 24 horas y sin percances importantes.
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