31 may 2014

Chiloé tormentoso y un poco de música.

Fui a Chiloé, a la isla grande, para despedirme de este país y me recibió un día de perros con lluvias y vientos desaforados. Mañana vuelvo a la península enlazando tres aviones, tres.
















29 may 2014

Volcanes y perros.

Ya he escrito algo sobre los perros tan tranquilos que abundan en casi todas las ciudades; delante de cada edificio oficial hay cuadrillas y en los jardines y reposaderos se les ve esperando a que caiga algo de los cielos o de los transeúntes. A veces acompañan a la gente, otras ni se levantan cuando pasan las autoridades.
Tuve que volver al lago de Llanquihue, a Puerto Varas, a ver si los volcanes se dejaban retratar un poco más despejados, pero está el tiempo difícil y suelen arrebatarlos unas nieblas que les envuelven como si quisieran protegerlos de los temporales.
Y también volví al club alemán por ver si era verdad que, como figura en una placa en la entrada, "...deberá ser un club de lectura para entretención y amena convivencia de los socios."
Lectores no había, los pianos estaban cerrados, los socios comiendo harto, el piscoxauer muy adecuado.

Volcanes Osorno y Calbuco.
















Añado unas fotos de Osorno y su increíble catedral neogótica con la torre que más parece un misil que una mitra. Y su toro.












26 may 2014

Podemos celebrarlo.

Como ya estoy con base en el hotel de Puerto Montt y he recuperado el ordenador, he comprobado que la avería que no deja publicar entradas por el procedimiento habitual es sólo en el ipad, aquí sí puedo operar de manera normal. Intentaré sustituir las fotos, que iba subiendo al tamaño que quería la aplicación, por el formato original, pero no sé cuánto durará el proceso.
 Ayer me fui a Puerto Varas; y para celebrar la alegría que nos ha dado Podemos me invité a comer en el centro alemán, lugar de lo más refitolero y curioso, con fotos en blanco y negro en el vestíbulo de todos los presidentes del club desde principios del siglo 20: señorones alemanes muy dignos en su papel consular.
 El piscoxauer del aperitivo fue a la salud del careto que se les habrá quedado a todos los que se acaban de enterar de que Podemos existe, por ejemplo el periódico el País. Y por todos los Lasquettys del mundo español.
También fui a Puerto Varas para hacer una foto del lago Llanquihue con el fondo del volcán Osorno y enviársela a mi amigo Ángel que ya vio el volcán hace unos lustros, pero las luces no eran las mejores y sólo se pudo hacer una faena de aliño. Volveré, si despeja algún día de estos, que no está nada claro; más bien cubierto, ventoso y lloviznoso.
No puede ser malo un país en el que los perros sin collar duermen a pierna suelta durante todo el día sin temor a ser apaleados y en cuanto les haces algún caso son capaces de acompañarte hasta que les dices que se vuelvan. Obedecen educadamente con ese punto de melancolía portuguesa tan chileno.








25 may 2014

De Chacabuco a Puerto Montt en barco.

Decía Pepe Isbert en aquella secuencia gloriosa de "Bienvenido..." en el balcón del Ayuntamiento: "yo, como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación y esta explicación que os debo os la voy a dar", para ser interrumpido por el locuaz Manolo Morán. Pero el alcalde volvía a la carga una y otra vez. Yo también debo una explicación.
El ciclista se pregunta una y otra vez cómo es posible que se le haya olvidado algo tan elemental como la cadena de repuesto que siempre se lleva en un viaje largo. La explicación está en el día que hice el equipaje en Puerto Montt. Todo lo que necesitaba, en el estilo mínimo que acostumbro a llevar, estaba dividido entre la mochila y el transportín, pero me di cuenta de que si prescindía de los zapatos y pantalones urbanos y de ropa de repuesto, cabía todo en la mochila y no tenía que montar el transportín, por lo que iba más ligero y más seguro. No me apercibí de que en el transportín se quedaba la cadena, el tronchacadenas, las pastillas de freno y la patilla del desviador que va en una bolsa todo junto. 
Muchas veces me han preguntado por qué sube uno a las montañas, por qué se hacen viajes extenuantes en la bici, por qué se aventura uno a lo desconocido afrontando calamidades sin cuento. Quizás esté en  la naturaleza de los humanos ese ánimo para ir a lo que no se conoce, ese impulso de sentirse vivo. Y en este viaje, en los maravillosos silencios de las soledades patagónicas, iba yo pensando en que esa euforia producida al conseguir llegar a lo alto de una cima es, más que nada, la perplejidad de que se te haya permitido subir hasta allá, el agradecimiento por esa tolerancia y la confianza en que te permitan bajar. No es tanto la soberbia de estar en lo más alto, no es lo de vencer a la montaña. La montaña se deja subir, y bajar, y gracias.
Con los viajes largos en la bici ocurre algo similar, aunque el esfuerzo se va dosificando y la cima está en llegar a donde te has propuesto y volver. Volver intacto al inicio es como volver al campo base. Un triunfo y muchas gracias.
Muy farragoso me ha salido esto. No sé si me explico.