Hacia Patagonia. Demora en Ezeiza.

El vuelo de Madrid a Santiago de Chile resulta ser muy cómodo gracias a variadas suertes: tener dos asientos vacíos a mi disposición, la comodidad de los espacios, a las ayuditas químicas y al espidifén suministrado por Pilar !vaya invento!; me quitó el maleto que arrastraba en un verbo.
Gente amable en esta compañía Air Europa que me hace pagar 75 € por llevar la bici y otros tantos de vuelta. Se suponía que tras escala de dos horas en el aeropuerto de Ezeiza, Buenos Aires, llegaríamos a Santiago en una hora larga. Será más porque hay una demora de 35' y aprovecho para hacer esta entrada y unas fotos, con el ipad, del aeropuerto.
Lo más curioso han sido unos grupos de rabinos que montan una coreografía depurada: cuando se ponen a orar lo hacen arropándose en una manta, que previamente han extendido con gran ceremonia, doblado y besado; en el brazo izquierdo se enrrollan una correa que sube bien tensa, a modo cilicio, hasta el hombro, a eso lo acompañan de una estructura de madera negra, sujeta con correas, una base cuadrada y encima un cubo con incisiones hebráicas. De lejos me pareció que se ponían una linterna frontal o una cámara de las que llevan muchos transtornados para dejar constancia de sus evoluciones en la nieve o en la bici. (También la lleva el amigo Enrique, paradigma de la compostura y la sobriedad, así que mejor no emitir juicios precipitados).
Unas fotos, que embarcamos.