20 may 2014

La Junta-Puyuhuapi

La etapa más corta por el momento, mitad pista, mitad asfalto; día de relajación y, en plan franciscano, de saludos a los animales. Las vacas miran aquí con una curiosidad bovina que recuerda sonrisas presidenciales. Muy atentas a los pocos que pasamos por la vía. Las aves se dejan acercar a distancias increíbles en nuestras latitudes. No se espantan, y a los caballos sólo les falta hablar.
Aunque para hablar ya están los humanos: aquí cada uno te cuenta, educados y sin voces, su novela en cuanto preguntas algo y gustan de hacer admoniciones sobre las dificultades espantosas que habrán de ser resueltas: lluvias fijas y heladoras que arrasan en la cuesta de Queulat (la etapa de mañana) a los incautos que se atreven a surcarla, tormentas que levantan casas y las siembran por los prados con sus tejados, jergones, visillos y sus puertas. Y su figurita intacta de Santa Lucía. Gentes y vidas que recuerdan de lejos a Macondo y sus historias tropicales.
Puyuhuapi es una aldea al final de un fiordo copado por la industria salmonera. Uno de los dos del duopolio (están prohibidos los monopolios en Chile) ha conseguido privatizar por cuarenta años una parte del mar para sus negocios. Todo es desmesura en estas latitudes australes.


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