Subimos al pueblo de Espierre y aparcamos el auto en un hueco discreto frente a la iglesia de San Esteban. Ahí mismo calzamos los esquís para tomar la pista que se dirige hacia el Este, a los dos picos de Erata y al de Yésero.
La ligera pendiente de la pista hace que el ascenso no presente dificultad. Durante 4 km se asciende sin pausa hasta llegar a una bifurcación; a la izquierda indican la ruta corta de btt para ir a Yésero. Por ella vamos, remontando laderas más empinadas y pasamos, 700 m más arriba, por otro cruce. Desde este collado se puede bajar a Yésero por un extraordinario sendero en el bosque, la ruta que hacemos con la bici habitualmente. Hoy seguimos subiendo por amplias laderas siempre hacia el Este, con las dos cumbres de Erata bien a la vista.
Los árboles nevados y modelados por los vientos y las bajísimas temperaturas ofrecen un aspecto nórdico inusual. Ni los más viejos del lugar recordaban unos espesores de nieve tan descomunales ni tal sucesión de días bajo cero.
El ascenso continúa por las amplias lomas del Pico Erata hasta llegar a la cumbre Norte (2.005 m). Para llegar a la cumbre Sur (2.002 m) hay que bajar unos metros, sin quitar las pieles, y subir luego hasta el pilón del vértice geodésico. Un gran panorama gélido de los picos del Sobrarbe, la Sierra Tendeñera y la Sierra Partacua se ofrece desde la cima.
Volvemos hacia la cima Norte, quitamos las pieles y bajamos esquiando durante 2 km por las palas amplias, buscando la nieve polvo que se mantiene desde hace una semana en estas lomas tan gustosas. Es un gran descenso hasta llegar a la pista por la que subimos. Por la misma huella de ascensión nos dejamos deslizar sin dificultades hasta llegar al punto de partida, Espierre.
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