Otra corta etapa. Solo en Grandas de Salime encontramos alojamiento, aunque después de la dura etapa de ayer tampoco vino mal un poco de solaz y esparcimiento.
Desde La Mesa subimos por una carretera hasta el Alto y el pueblo de Buspol, a la altura de los molinos de viento. Pasado el pueblo tomamos un camino que desciende por un sendero estrecho que luego se ensancha. Se inicia así una bajada muy prolongada que hará las delicias de los ciclistas endureros y agobiará a los más pisteros. Tiene algunos tramos más complicados, pero en conjunto es de las mejores de todo el recorrido.
Tras los cuatro primeros kilómetros de zigzag se llega a unos terrenos más sencillos por pistas con alguna subida y llaneo que nos aproximan a la carretera que baja hasta el embalse de Grandas de Salime. Cruzamos por el final de la presa y subimos unos 5 kilómetros por carretera hasta llegar a un desvío a la izquierda en fuerte ascenso. Después de la rampa inicial, a pie, la senda es muy agradable y lleva enseguida a la población de Grandas. En el Albergue Porta de Grandas nos atendieron con amabilidad y discreción.
Aunque la etapa fuera tan corta tuvimos la suerte de encontrar el albergue más acogedor en el que la dueña nos facilitó una cómoda colchoneta para el perro. Comimos en un restaurante excelente, la Fonda A Reigada, y la tarde por el pueblo fue paseada. El museo etnográfico estaba cerrado por descanso; la iglesia de San Salvador, las casas modernistas y unos rincones ajardinados hicieron un domingo bien templado.
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