Penúltima etapa, tras un día de parada en Lugo por las lluvias incesantes.
(El perro no soporta bien la lluvia, es de secano)
Salimos de Lugo por una carretera en descenso que más adelante asciende en la tónica del día: mucho asfalto y pistas subiendo y bajando. Caminos, corredoiras sombreadas, carreteras secundarias sin tráfico se suceden conectando aldeas y pueblos en unos parajes ondulados para hacer kilómetros sin sobresaltos. Hay anunciado un desvío a un templo romano, pero por fuera no se ve nada y ya hemos comprobado que no hay atención. Llegamos al pueblo de Ferreira en donde se podría encontrar albergue y restaurante, pero hasta media mañana no abren. El puente romano sobre el río Ferreira por el que pasamos es el hito de la jornada.
Tras Ferreira continuamos por caminos y pistas en moderado ascenso pasando por varias aldeas y pueblos tan desiertos como las carreteras.
Varios pueblos con alguna iglesia interesante, Castros en As Seixas y Vilouriz, riachuelos limpios, fuentes y arboledas acompañan hasta llegar a Melide, pueblo con todos los servicios en el que se acaba el Camino Primitivo al confluir con el Francés.
Alojamiento en Casa Somoza, a 5 km de Melide, en el Camino Francés. Gran amabilidad y atención esmerada en una instalación con jardines, lejos del pueblo.
(Como el perro estaba fatigado al llegar a Melide y el hotel estaba lejos, fuimos a hablar con el dueño a la pulpería mejor de Melide, La Garnacha. Nos hizo el favor de guardarnos las bicis en su garaje de Melide. En su auto nos llevó a los tres hasta el hotel y al día siguiente volvió a buscarnos para que recogiéramos las bicis y empezar la última etapa sin los kilómetros de más)
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