Última etapa, que discurre por el Camino Francés en vivo contraste con el Primitivo: hay masas de peregrinos, restaurantes, bares y alojamientos por todos los rincones. En cada aldea se encuentran albergues, tascas, chiringuitos y tabernas.
El recorrido es una sucesión de subidas y bajadas que pasa por pistas, corredoiras y carreteras enlazando aldeas y pueblos.
Algunos tramos más interesantes por robledales y plantaciones de eucaliptos siguen a otros caminos muy transitados sin demasiado interés.
En continuado sube y baja se avanza pasando algunos riachuelos y fuentes en las que refrescarse. El perro necesita esos alivios.
Llegamos, tras bordear el aeropuerto de Lavacolla, al Monte del Gozo, lugar desde el que se ve la ciudad con las torres de la catedral sobresaliendo en el panorama. Desde ahí se baja para llegar al último albergue del camino, el Albergue Acuario. Gente amable en instalaciones precarias.
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