Es un recorrido por parajes desolados en ocasiones, geomorfología pura y dura y escasa vegetación casi desértica, calas de arenas limpias y mar turquesa, sin las murallas de edificios a los que estamos habituados en estas tierras alicantinas, con trayectos bastantes técnicos de piedra suelta y a veces pendientes duras que el viento en contra puede poner difícil.
Muy entretenido y muy interesante para geólogos y viajeros que huyan de masificaciones playeras. También las hay, si uno gusta de esas emociones. Miles y miles de turistas se apiñan en urbanizaciones de cubículos como avisperos. También hay variados resorts de lujo y hotelazos de mucha estrella, blancos y apaisados.
Es un territorio de contrastes a todos los niveles: playas de arenas negras basálticas y otras de tonos dorados; páramos sin vegetación y cultivos de primor como las vides o vegetación esférica adaptada a las duras condiciones de escasez de agua y vientos feroces; urbanizaciones interminables y solitarias playas nudistas o textiles, a elegir; pueblos muy cuidados y con hostelería a precios nórdicos cerca de otros sin tanto cuido y más asequibles; numerosos pelotones de ciclistas extranjeros de carretera frente a los pocos con bicis de montaña españoles (con dos vascos y tres catalanes coincidimos). De los ochocientos hubaras (un ave parecida a la avutarda, más pequeña y algo pava) que hay en Europa, tuvimos ocasión de ver un ejemplar que nos hizo demostración folclórica de sus moños blancos y negros.
Una lástima y una indignación, porque el lugar es de los que impresionan por las formas y coloridos de los volcanes que ahora aparecen dormidos, pero la sensación de parque temático que han conseguido producir los responsables del lugar es de lo más repugnante para espíritus curiosos. Habrá que volver para acercarse a los volcanes a pie, aunque sea esquivando barreras imaginarias.
el hubara (camuflado) enlace a etapa 1 (y las otras 5) en wikiloc. |
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