Sigo en el mismo pueblo, Anterselva di Mezzo, pero hoy se ha instalado un temporal que aconseja no dejarse ver por el monte y en un autobús gratuito de los que conectan todo el valle me voy a la capital de la Val Pusteria, Brunico, a pasar un día de relajación turística. Es una ciudad pequeña con un centro muy cuidado, lleno de casas típicas tirolesas y muchas tiendas (una de deportes de invierno excelente: Sportler) para los viajeros. Una bodega curiosa con vinos de todas partes, hasta españoles.
Pero la gran atracción es el castillo que ahora alberga al museo Messner.
O sea: Messner Mountain Museum tiene repartidos en este Tirol/Alto Adige cinco museos, cinco, dedicados cada uno a una especialidad relacionada más o menos con las montañas. Este de Brunico, que es el último, Ripa se llama (del tibetano ri, que significa montaña, y pa, que significa hombre), tiene el castillo rehabilitado entero para exponer innumerables objetos de todos los continentes en relación con la vida y las relaciones de hombres y montañas. Desde cerámica Chimu a baúles tibetanos, puertas indias, pasando por yurtas mongolas, budas japoneses, esculturas africanas, tankas nepalíes, cuadras tirolesas, larguísimo etc... y una reproducción de una cocina tirolesa con un objeto que mis hermanos reconocerán en la foto. Y proyecciones de documentales, en este caso Ecuatorianos, reflexiones messnerianas sobre las montañas y sus usos. En fin, de lo más ameno para los aficionados a las montañas y a la etnografía. Al final piensa uno que a este hombre no le bastan cinco, ni cincuenta, museos en donde quepa su ego. Descomunal.
Pero la gran atracción es el castillo que ahora alberga al museo Messner.
O sea: Messner Mountain Museum tiene repartidos en este Tirol/Alto Adige cinco museos, cinco, dedicados cada uno a una especialidad relacionada más o menos con las montañas. Este de Brunico, que es el último, Ripa se llama (del tibetano ri, que significa montaña, y pa, que significa hombre), tiene el castillo rehabilitado entero para exponer innumerables objetos de todos los continentes en relación con la vida y las relaciones de hombres y montañas. Desde cerámica Chimu a baúles tibetanos, puertas indias, pasando por yurtas mongolas, budas japoneses, esculturas africanas, tankas nepalíes, cuadras tirolesas, larguísimo etc... y una reproducción de una cocina tirolesa con un objeto que mis hermanos reconocerán en la foto. Y proyecciones de documentales, en este caso Ecuatorianos, reflexiones messnerianas sobre las montañas y sus usos. En fin, de lo más ameno para los aficionados a las montañas y a la etnografía. Al final piensa uno que a este hombre no le bastan cinco, ni cincuenta, museos en donde quepa su ego. Descomunal.
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