Desde Bolzano voy derivando hacia el Este y en una hora llego a un pueblo llamado Castelrotto/Kastelruth; aquí todo lo escriben al menos en dos lenguas y se empiezan a ver mensajes en ladino, la tercera lengua de esta región, aunque con pocos hablantes. Domina el alemán con diferencia, pero casi todos hacen el esfuerzo de hablarte en italiano. Parece claro que añoran los tiempos en que el Tirol era austrohúngaro y no parece que hayan perdonado a los italianos por la derrota de la primera guerra mundial.
En esta zona se deja de ver la gigantesca masa del pórfido cuarcífero de Bolzano y se entra en pleno dominio de las calizas dolomíticas (esos arrecifes mesozoicos medio derruídos) con grandes relieves inverosímiles y montes célebres como algunos que se ven en las fotos.
El paraje excepcional, los pueblos recién pintados y con aspecto de escuchar un yódel a la vuelta de la esquina, pero para ir a la estación de fondo hay que coger un autobús o una cabina porque este pueblo está abajo; los precios de arriba, por las nubes. Y los cientos de km que anunciaban tampoco se ven, además de la conexión muy mala entre las dos zonas grandes. Es lo que hay y, para compensar, el hotel es muy agradable y predomina el pasmo teutón más que jubilado, tan educado y con tanta gracia. Por supuesto, también hay rusos.
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| Sasso lungo y Sasso piato |
Amplío con algunas fotos más de hoy, día 22, con nombres de algunos montes cercanos en un día soleado que parece primaveral y el enlace al recorrido.
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| Denti di Terrarossa |
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| Punta Santner |
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| Sasso lungo y Sasso piatto |
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| Sasso piatto y Marmolada al fondo |
Y vuelvo a rematar con otras fotos de hoy. Los montes son los mismos, pero las luces van cambiando cada día y no puedo por menos de volver a fotografiar al Sasso Lungo con o sin brumas. Uno de los montes de la cuerda entre los dos Sassos, el Lungo y el Piato me parece hoy el mismo perro de Goya.
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