8 oct 2016

Transpirenaica. Etapa 4. Planoles-Bagà. 11.8.2016

Después del gran desayuno subimos por carretera hacia la Collada de Toses, una de las entradas a la Cerdaña. A pesar de que es pronto hay mucho tráfico de autos veraneantes que convierten la subida en recorrido menos agradable del esperado. Casi 14 km más adelante estamos en la Collada y allí seguimos una pista que nos lleva en ascenso hasta el Cap Costa Rasa, ya en la estación de esquí de La Molina. Bajamos ahora por una pista, de esquí en invierno; aunque es una pista azul desde la bici parece muy pendiente, pero se puede seguir haciendo equilibrios. Al final de esa pista por el Torrent Negre continuamos el recorrido que marca el gps: nos lleva a un sendero por el bosque y posterior subida por una pista en la estación de esquí de Masella al Coll Mola.
Imposible de subir con peso, nos toca arrastrar la bici un buen tramo. Luego ya es ciclable y pasamos frente a la pista que bajamos al principio, viendo que la vuelta que estamos dando se podría haber evitado al acabar la primera bajada de Costa Rasa y en vez de girar a la derecha hacerlo a la izquierda. En el mapa vimos, semanas más tarde, al subir la ruta a wikiloc,  que hay una pista ascendente hacia donde nos dirigimos ahora, el Coll de Pal, y que nos hubiera evitado el arrastrar la bici.
Una vez en el Coll de Pal se baja por carretera y enseguida tomamos una pista que lleva al Collado Bofia y más adelante a un mirador, dels Orris, con vistas espléndidas sobre el Pedraforca y la Sierra de Moixeró. Después del tramo que hemos hecho empujando la bici se agradece la visión. Luego es todo bajada, al principio por pista y luego carretera hasta Bagà.
De momento ha sido la etapa de trazado más absurdo y sólo se puede recomendar a hinchas de la ortodoxia y partidarios del arrastre por pistas imposibles.
En Bagà nos alojamos en el hotel Ca l'Amagat, un clásico de la restauración en esta zona del Berguedà. Allí conocimos a tres colegas ciclistas de Igualada que hacían las cinco primeras etapas de la ruta y estaban muy contentos porque mañana terminaban. Con ellos hicimos una buena parte de la etapa siguiente.
Nos sorprendió la cantidad de gatos que deambulaban por las callejuelas del centro histórico, aunque luego vimos una escena ilustrativa: una señora iba con una bolsa de comida felina y un gato le hacía todos los arrumacos habituales maullando ante la visión, mientras ella le decía "sense cridar, sense cridar"; el gato se callaba como un zorro y a cenar contento.
El número de gatos sólo era superado por las decenas de aviones que dormían sobre los cables del teléfono sin importunarles las bombillas de las calles. Gran espectáculo silencioso.










Pista Torrent Negre

La pista del Torrent Negre desde enfrente








Al Coll de Pal

Moixeró

Pedraforca y Comabona





Los aviones durmiendo




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